jueves, 13 de noviembre de 2014

fernando acosta - CANCIONES






(fragmento)



I

escribí la canción así
de memoria nomás
por hablarle me moría
pero las palabras
qué son las palabras
si no llegan por si solas
al otro lado
de la habitación
  









 II

de la soledad no sé nada
es verdad
de la luna tampoco
sólo las descifro
como el agua
a la noche
sin pensar siquiera
en ellas
  











III

canción sobre canción
como las manos sobre las cuerdas
como los pájaros sobre el alambrado
como los pies sobre la tierra
  










 IV

ayer una bala
frenó su vuelo frente a mí
como un pájaro
que me descubre
casi tarde en su trayecto
  










V

el pueblo no sabe
de las flechas que pisa
de los años que el mundo
va marcando como anillos
debajo de los dedos
y sin embargo
y sin saberlo
canta a diario
la formula indescifrable
contra la mentira
  











VI

a Carolina Robertson



le puse a mi violín su nombre
no te preocupes, sólo voy a cambiar el envase me dijo
es que éste ya dio lo que podía
y se alejó por el campo sabiendo
cómo desvanecerse

y yo me quedé
pensando
qué es lo que hay más allá del alambrado
más allá del pasto
más allá de la montaña
  




  







arcano

era más hermosa que el viento enredado entre las hojas. con una rama cortada entre los dedos decidía de qué lado del valle quedarían los animales, cuáles serían mis días de alegría, cuando caería la nieve o la lluvia. sin pensar la vi caminando entre los árboles y tuve el sueño de mi muerte. tuve miedo cuando escribí esto, todo lo que arrojo sobre la mesa sucede irremediablemente.










  

el silencio

tomar la risa
como un refugio de fuego inentendible,
extender las manos hacia ella
como queriendo que
viniese hacia vos 
con la confianza de un niño
en el momento en que todo el viento del mundo
golpea tus paredes

no hemos llegado en vano a esta casa
en donde todas las puertas están caídas,
donde podemos elevar al silencio con la excusa
de un lugar propio
ahora que vemos, cada uno por su lado,
la hermosura de cuatro tormentas distintas
y olvidamos la inyección,
el remedio de la música

sólo basta que un llamado, una armonía involuntaria
una risotada fantasma que se escapa de alguien como un pájaro
venga con la marejada invisible del viento
y rebote en los rincones impares del momento
para despertarte de este sueño y te recueste
inmediatamente en otro




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