miércoles, 26 de agosto de 2015

TRIP - F. Acosta.
género: poesía. 12 x 18. 50 pag.
5ta edición.





La casa de la poesía: Trip de Fernando Acosta[1].

Por Juan Páez.


¿Cuántas casas construyen un hogar? ¿A qué nos negamos cuando cerramos las persianas, los ojos? Si el cuerpo es hogar del alma; el alma es el lugar donde habita la poesía. Publicado en 2014 por el sello editorial Los pájaros, el libro Trip de Fernando Acosta ahonda en una infancia rodeada por una intemperie de imágenes difusas, cargadas de ecos y claroscuros. El claroscuro, en este sentido, podría interpretarse como una de las formas del desencuentro:

barquitos destrozados,
pequeñas tumbas en el río
deslizándose
hacia una orilla invisible
tirabas, de a una,
las monedas que tenías al agua,
era tu forma de despedirte
de los desconocidos que se iban
quizás para siempre
porque toda ida
sin excepción merece
alguna forma de adiós

sueño ahora
que todos los que se van
están para mí
en un mismo lugar
y así libro
-por un momento-
a mis libros
a mis manos
y a todo lo que toco
de esa expresión que dejo
de piedra inquebrantable 

En este poema, el sueño es una pieza teatral cuyos personajes se hacen presentes a través de sus ausencias: “todos los que se van/ están para mí/ en un mismo lugar”. Hay una relación entre “los que se van” y los que “están”: quienes se marchan, en realidad, nunca lo hacen, y la utilización de verbos en presente da cuenta de ello. El discurso de la infancia, sugerido por la presencia de aquellos “barquitos”, se mezcla con formas de la muerte: “pequeñas tumbas en el río/ deslizándose/ hacia una orilla invisible”. Ese diálogo infancia – muerte lo tiñe todo, por eso el poema se ensombrece.
La voz que enuncia reclama una despedida: “porque toda ida/ sin excepción merece/ alguna forma de adiós”. Esa fórmula -marcharse es quedarse- vincula el tópico de la muerte con la privación de la despedida que se reclama. Porque es la muerte las que niega el último “adiós”. Desde esta perspectiva, la última palabra es una línea que separa a quienes recuerdan de aquellos quienes serán recordados. Del mismo modo, el rostro se distancia de las máscaras con las cuales se cubren los “desconocidos”, recordemos que es el rostro lo que uno puede distinguir y diferenciar, no la máscara que muta e incluye: el rostro es familiar, la máscara no. Entonces, frente a la imposibilidad de una despedida acontece el poema; son sus palabras las que pueden atravesar cualquier “piedra inquebrantabley rescata, o brinda, el “adiós” que necesitamos.   
 Este libro está divido en tres partes: infancia, Trip y, finalmente, niño astronauta. Trip es un término del inglés que se traduce como viaje. Por lo tanto, no es casual que este apartado sea el segundo, ya que es el viaje -en otro lenguaje, el poético- el que comunica la infancia con ese niño que juega con “barquitos” y a ser un astronauta. Desde esta perspectiva, la infancia será una constante en el libro de Acosta:

sólo dos líneas: el frío es blanco como los ojos de mi padre
que viene a visitarme de vez en cuando en un sueño

Dos líneas, dos versos, dos figuras: el padre y el hijo. El pronombre posesivo descubre al sujeto que enuncia “los ojos de mi padre”. Y nuevamente el sueño, que esta vez actúa como punto de unión entre esas dos figuras, es el que posibilita el contacto y permite el reencuentro, la visita.
A lo largo del libro, podemos observar que los primeros poemas son menos extensos que los últimos. Además, los primeros no llevan nombres, pero sí varios de los últimos. El hecho de que algunos de esos primeros poemas sean cortos y que carezcan de nombres nos lleva a pensar en una poesía despojada de ornamentos, esto demuestra que existe, por momentos, un predominio del blanco de la hoja lo que le brinda a las palabras una intensidad diferente:

ni siquiera eso: ni siquiera viento, ni siquiera voz,
ni siquiera…

miro la calle como una infinita madrugada

Ausencias de mayúsculas: el ojo busca la letra, evita el vacío. En este poema de solo tres versos existe una musicalidad lograda por las reiteraciones de “ni siquiera”, lo que nos permite pensar en que hay algo en el poema que no se alcanza a decir. El pronombre “eso” se refiere al “viento” o, tal vez, a la “voz”. No obstante, se refiera al viento o a la voz, el demostrativo crea una atmósfera de indefinición que acentúa el claroscuro de esa “infinita madrugada”.
En suma, Trip de Fernando Acosta crea imágenes difusas que definen una poética que, en ocasiones, carece de ornamentos. Una poesía marcada por la presencia de sujetos del pasado que regresan, descubriendo la soledad del sujeto que habita en estos poemas, en estas imágenes difusas que “te hablarán de vos/ de manera/ exacta y diferente/ a lo que creías/ como una fotografía”




[1]  Páez, Juan. "La casa de la poesía: Trip de Fernando Acosta". En: Sección Cultural del diario La Mañana. Año: LII. Fecha: 22 de junio de 2014, Editorial La Mañana S.A. Pág. 7. 

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